Entrar en la librería del Museo de
Arte Latinoamericano de Buenos Aires es entrar a un paraíso en lo que a
producción editorial se refiere. Permite visualizar y experimentar las
diferentes formas de diseñar un libro y los
diferentes recursos de producción con los que podría ser posible
producir cualquier publicación si no tuviéramos límites económicos.
La variedad de temas con que cuenta
esta librería es muy amplia. Se exhiben libros de arquitectura, diseño textil,
diseño industrial, diseño gráfico, fotografía, dibujo, moda, cine y
exposiciones del museo.
Lo interesante para mí era ver y
tocar los libros porque, por su diseño, parecía existir una exposición más
en esa librería ubicada en el subsuelo del museo. En este tipo de publicaciones
el diseño lo es todo, por lo que no puedo evitar pensar en que,
definitivamente, los editores deben tener muy bien identificados a los
lectores, sus necesidades y el mercado.
Como el foco está en el diseño podemos
encontrar libros objeto muy interesantes con respecto a su producción. Tanto
predomina el diseño que podemos encontrar libros sin reseñas en la contratapa o
tan solo con el título del libro en la portada. Claro que hay libros más
convencionales en temas de diseño pero son más técnicos, como libros sobre las
bases del diseño gráfico y la arquitectura.
También había libros de poesía que,
por concepto, podrían parecer "normales" pero cuentan con un diseño
tan singular que puede dársele un lugar en una libería como esta.
Otra situación que me llamó la
atención fue que se vendían colecciones completas de libros objeto, a precios
altos, por supuesto. Estas colecciones se orientaban a temas como la historia
del cine, fotografía, arte, artistas musicales, entre otros temas.
Al ver los precios de algunas de
estas colecciones, me pregunté si realmente había compradores para ese tipo de
"producto". También se lo pregunté al librero del lugar, quien me lo confirmó.
Había otros objetos
editoriales pero poco comúnes en librerías como cartas con diseños artísticos.
En síntesis, se podría decir que,
por lo menos en el Malba, el museo de arte da un espacio importante a otro
mundo editorial, uno casi sin límites en su creatividad, diseño y producción.
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