A penas habían pasado poco más de 24 horas de mi llegada
al distrito federal de México. En medio de un entorno político extraño, una
multitud de personas intentaban disfrutar de su fin de semana. Y de entre
tantas personas que se decidían por continuar mirando los artículos que se
exhibían en algunas mantas sobre la calle, un número importante de personas
ingresaban a uno de los locales de la cadena de librerías Gandhi, una de las
más importantes de México.
Desde el exterior se podían visualizar títulos cuyos temas
se orientaban a la riqueza arqueológica mexicana, a su historia y también a
personajes representativos del arte mexicano. Tantos eran los títulos sobre
estos temas que podría confirmar que la vidriera estaba más orientada al
público extranjero, a los turistas, que a los locales. Sin embargo, eran más
los ciudadanos mexicanos que los extranjeros
los que se acercaban a esa librería; y eran ellos quienes conocían el
funcionamiento de los servicios que la misma otorgaba.
Los extranjeros nos acercábamos a los anaqueles para
investigar qué tipos de libros había, paseando por las mesas principales.
Nosotros mirábamos portadas hasta encontrar alguna que nos resultara atractiva,
veíamos las contratapas y, en algunos casos, las solapas de un libro. Ya que la
mayoría de los libros tenían retractilado, no podíamos hojear las páginas
preliminares de muchos libros interesantes. En algunos casos se volvía
fundamental ya que había libros sin reseñas en la contratapa. Estas acciones las
llevábamos a cabo con muchos más libros. Mientras tanto, una larga fila (cuya
finalidad desconocía hasta ese momento) dividía la librería en dos.
La librería contaba con varios empleados para brindar
atención personalizada; ayudaban a los lectores con la búsqueda de libros
específicos o presentaban distintos títulos a temas solicitados. Teniendo en
cuenta que asiste mucha gente para realizar consultas los fines de semana,
habían establecido la atención en orden, por lo que la larga fila que dividía
la librería estaba formada por todos los lectores que estaban interesados en
libros puntuales.
Existía también la posibilidad de que los mismos lectores
realizaran la búsqueda de los títulos, pero los empleados de la librería asesoraban
en cuanto a la información sobre cada título, los comparaba y recomendaba.
Asimismo, realizaba la búsqueda física del libro y lo alcanzaba al lector.
Esta librería no solo vendía o, mejor dicho, vende libros
en formato impreso. También vende e-books, discos, DVDs y artículos varios
(como bolsas de tela, recuerdos, etc.). Todo relacionado con el ámbito
editorial y de lectura. También comercializan el Enos, un lector de libros
electrónicos. Y desde su página web www.gandhi.com.mx permite la compra en
línea de libros impresos y digitales, y de productos, promociones, ofertas,
novedades y eventos culturales.
Los lectores también pueden realizar solicitudes y
reservas de títulos que aún no se encuentren en existencia y se les avisa una
vez que la librería cuente con existencia de los títulos solicitados.
Gandhi también cuenta con un programa de beneficios
llamado Página 1. El mismo puede ser individual o familiar, ya que también
otorgan el beneficio Mi Página 1
a menores de 17 años si por lo menos algunos de sus
padres están registrados en Página 1. Este programa permite a los lectores (o a
las familias de lectores) acumular puntos con cada compra, los cuales pueden
ser canjeados por libros u otros productos; también participan de sorteos,
promociones y acceso a eventos exclusivos.
Quedó pendiente visitar otros locales de esta cadena para
verificar si las instalaciones invitaban a la lectura de ejemplares a la venta,
ya que en locales de otra cadena de librerías pude verificar que sí se brinda ese espacio.
De todos modos, por lo menos en lo referente a este
local, podía verse cómo los lectores habitués de esta librería iban a la
búsqueda de títulos concretos, se diría que hasta parecía un mero trámite, lo
que también me hace pensar que la venta en línea de libros e e-books puede estar
siendo exitosa en esta cadena.
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