domingo, 30 de noviembre de 2014

Comentario sobre Aguafuertes porteñas

Si hay algo que es habitual en nuestro centro porteño es encontrar libros en oferta. Entre novelas y libros de autoayuda, encontré Aguafuertes porteñas, una recopilación de Roberto Arlt, de sus relatos publicados en el diario El mundo, en la década de 1930. Este ejemplar fue editado por la Editorial Cooperativa de Libreros (Edicol).

Los relatos me gustaron mucho, pero no soy crítica literaria, así que voy a mencionar solo tres puntos sobre esta “renovada edición” (tal como lo indica la misma editorial).

Primera observación: el prólogo es exactamente igual a la reseña de la contratapa. La reseña resalta la prosa y menciona la vigencia de los relatos de Arlt, la renovada edición y una breve biografía del autor. Bien, la única diferencia que se visualiza en el prólogo es que la biografía tiene otra variable tipográfica y más puntos y a parte.

Desde mi punto de vista, ante esta situación hay tres posibilidades. La primera y más sencilla es eliminar el prólogo. La segunda es lógicamente modificar los textos: que la biografía del autor fuera más breve en la contratapa y que en el prólogo se detalle más sobre los relatos y mucho más sobre la vida de Arlt. La tercera opción que daría más valor a la obra sería invitar a algún autor de renombre a que participe, realizando un prólogo para nuevos lectores. De cualquiera de las tres formas evitaríamos entrar en una redundancia de contenido.

Un segundo comentario es que a simple vista parece ser un texto escaneado que no tuvo revisión alguna. Hay errores como el signo ! en lugar de la letra l; comas o puntos en lugar de espacios; acentos increíbles...

El hecho de que sean escritos de un gran autor como lo era Roberto Arlt no significa que no debemos revisarlos y hacer las correcciones que correspondan. Es más, la obra se encuentra bajo dominio público desde el 1 de enero del 2013, por lo que se puede disponer de ella y realizar obras derivadas. En este caso, con la participación de un corrector el texto se hubiera lucido más y se evitaría que el lector tenga que “frenar” mientras lee.

Un último comentario sobre esta obra. Cambiar solo el diseño de la tapa solo es una pequeña diferencia con otras ediciones; sobre todo teniendo en cuenta que la obra, como indicaba anteriormente, es de dominio público. Justamente aprovechando esta situación, se debería evaluar cómo agregar valor a esos relatos.

Se me ocurre que se podrían incluir ilustraciones o fotografías de la época de 1930. Así como mencionaba al principio sobre invitar a autores para realizar el prólogo, se podría invitar a ilustradores a participar; o se podría recurrir a fotografías del Archivo General de la Nación.

Como reflexión, creo que como editores debemos buscar las oportunidades que nos da un libro de dominio público. En estas situaciones, los lectores tienen la posibilidad de leer la obra en Internet de forma gratuita, por lo que debemos darles algo extra, ya sea en formato impreso o digital.

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